lunes, 28 de marzo de 2011


Y no estas tú, aunque tu maldito albornoz siga en el baño recordando que estuviste. Me da miedo tocarlo, estrujarlo como la última vez y no notar tus curvas al otro lado de esa fina tela. Me da miedo esconderlo, por si me olvido de ti, de que existimos, de que alguna vez fuimos capaces de querernos a pesar de un futuro incierto. Pero hoy no soy yo, hoy no tengo memoria. Hoy veo el albornoz y es solo un albornoz, y no la magdalena de Proust que se encargaba todas la mañanas de abrir la caja de pandora de las sensaciones pasadas. Hoy no estas tú, pero tampoco estoy yo, y el baño parece vacío, aunque unos ojos verdes me miren fijamente desde el otro lado del espejo. Hoy ni siquiera parece existir el beso carmín que dejaste olvidado en un azulejo, y que me había acostumbrado a besar entre el vaho del agua caliente. Hoy no, hoy solo noto la presencia de mi ausencia, de ese yo que no era yo. Y me descubro de pronto, mirándome, ajeno al lugar, con una sonrisa torcida. Una de esas que esconden el punto de maldad que tiene haber estado demasiado tiempo dormido. Y me doy la bienvenida con una mirada de determinación y un puñetazo en el espejo. Estoy aquí. De nuevo.

2 comentarios:

  1. LLevaba ya tiempo queriendo leer algo así...

    Alguien me dijo un día que "tal vez lo elegante sea vivir en la alegría del presente que es una forma de sentirnos inmortales..."

    Propongo un cambio de punto de vista, sin pesimismos pusilánimes. Una nueva vida. Algo más sabia, y más elegante.

    Sigue haciéndonos disfrutar con tus palabras... :)

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  2. Creo que leí esa frase en el libro de Vila-Matas "Paris no se acaba nunca", un libro delicioso, con el que te entran ganas de escribir...
    Un gustazo leer tu comentario, acompaño tu punto de vista.
    Una nueva vida, sí. Más sabia, más elegante, y, esperemos, llena de sueños que cumplir...

    Yo si fuera tú, firmaría esos comentarios tan buenos... =)

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