jueves, 17 de octubre de 2013


Mi nuevo articulo para la Revista Hyperbole: "Redemption Song". Bob Marley, Nelson Mandela y las virtudes de emanciparse de la esclavitud mental

En aquella época aún no sabía que anhelaría escribir como Bolaño y fotografiar como Avedon, ni tan siquiera, que algún día, llegaría a comprender el francés o la termodinámica. Pensándolo bien, creo que me dejaba llevar por aquella cita de Kurt Cobain, “no sé donde voy, no sé, solo sé que aquí no puedo estar”, que todavía no había leído, pero que permanecía escondida en el trastero oscuro de las cosas que desconocemos y que de repente descubrimos y pasan a formar parte de nosotros como si hubieran estado allí desde el principio. Solo era un adolescente normal, uno de esos adolescentes normales que vagan por el mundo sin que nadie les haga mucho caso, porque ya se encargan ellos de esconderse o de arrugar la cara cuando otra persona desdobla una sonrisa amable en su dirección. Alguien en busca de refugios donde guarecerse, donde esa madurez de la que se hablaba por todos los rincones no le encontrara. Alguien sediento de diferencia, de un alejamiento social que en una pequeña ciudad de provincias constituía todo un reto. Recuerdo con cariño uno de esos pocos refugios que me hacían sentir en calma, donde iba a husmear discos y donde terminaba comprando camisetas estrafalarias. Tipo era una de aquellas tiendas donde la iconografía rock se dejaba sentir; desde las orejas dilatadas del dependiente con dragones en el bíceps hasta los abalorios llenos de pinchos metálicos que adornaban las estanterías. Uno entraba y parecía habitar otra realidad, una realidad sugerente y casi onírica donde los acordes se mezclaban con los sueños de rebeldía. Allí fue la primera vez que escuche a Led Zeppelin o a Guns and Roses, y me deje seducir un poco por los Stones. Allí fue donde compre mis primeros discos.

Para leer el articulo completo pinchad en:

Hyperbole

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