viernes, 18 de marzo de 2011


Leí la biografía de Oriol Regas este año, en Torrevieja, cuando ella y yo disfrutábamos los últimos días de un verano que la vería partir a Alemania. Recuerdo que después de cenar nos sentábamos en la terraza, y acompañados por la brisa dulzona del mediterráneo jugábamos a escribirnos en los diarios o nos zambullíamos en algún libro mientras Quique González sonaba de fondo y nos acariciábamos furtivamente la mano. El tiempo por entonces era nuestro y gustábamos de disfrutarlo en los pequeños placeres que compartíamos. Ella leía "El factor humano" y yo "Los años divinos" , que papá había comprado días antes y en el que había una foto de un tipo con bombín en la portada que me imantó de tal manera que no tuve más remedio que descubrir quien era. Apenas había oido hablar de Oriol Regas hasta entonces. La "Gauche Divine" y "Bocaccio" solo eran términos que salían en alguna que otra conversación pero no hubiera sabido contextualizarlos. Fue una casualidad estupenda toparme con él, con una vida que me abrió la mente y estimulo mis sentidos. Porque Oriol era empresario, pero un empresario especial, de los que me gustaría ser a mi, de esos cercanos al mundo de la cultura, del cine, de la música… Precursor de eventos más por amor a un progreso personal que a la mera obtención del beneficio, sin olvidar que esto ultimo es importante para conseguir lo primero. Hizo Bocaccio en pleno franquismo y dio aire a una generación que necesitaba liberarse de tanta caspa. Logro reunir a escritores, filósofos, poetas, fotógrafos, arquitectos, artistas (Aute, Serrat, Dali, Vicente Aranda, Carlos Barral, un joven Vila-Matas, Rosa Regas, Garcia Marquez, Vazquez Montalban, Elisenda Nadal, Colita, Miserach, Gil de Biezma...), gente diversa que intercambiaban conocimiento y conversaciones al compas de whiskys bien servidos. Gente que transgredió las normas y los pilares de una época oscura y que vivieron según sus convicciones en territorio hostil. Cuentan que fue en Bocaccio donde las mujeres empezaron a bailar solas y sin sujetador, liberadas de corsés y prejuicios, donde se comenzaron a agrietar los valores de naftalina que habían impuesto una educación represiva y una Iglesia católica con demasiado poder . Oriol además fue productor de cine, editor de libros, organizador de conciertos ( de Raimon, de Llach, de Maria del Mar Bonet) alguien con un apetito fáustico por la acción y por la vida. A nivel personal me fascino ese espíritu aventurero que le hizo embarcarse en el junco "rubia" para viajar de Hong Kong a Barcelona navegando en uno de esos cachibaches chinos con todas las dificultades que conllevaba y por la que le concedieron la Medalla al Merito Deportivo o aquella otra vez en la que se recorrió África de punta a punta (la operación impala) en moto sin GPS ni móvil, ni helicóptero de seguimiento. Fue además un gran motorista a nivel internacional. Aun así las memorias dejan un poso de melancolía ya que a pesar de triunfar siempre se sintió frágil y la sombra de la depresión se posaba en él con relativa frecuencia.

Hoy papá me despierta con la noticia de su muerte por un derrame cerebral y recuerdo esos días tan agradables en Torrevieja en los que me metí en su mundo y descubrí que no me importaría ser el empresario que él representó. Ese capaz de unir el dinero con la cultura, la noche con la intelectualidad, el talento con la ambición por cambiar las cosas. Va por ti, Oriol.

IN MEMORIAM

1 comentario:

  1. yo también los recordarè. hojas de diario vacio

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